lunes, 9 de noviembre de 2009

FRANCISCO BIBOLINI: EL CURA PAMPEANO


El sacerdote Francisco Bibolini nació en La Spezia, en 1827. Siendo joven llegó a América, y se estableció un tiempo en Paraguay, de donde huyó para evitar las coacciones a las que lo sometía el régimen del mariscal López. En 1854 llegó a Buenos Aires, y después de permanecer un año en la ciudad, fue a radicarse al Fortín Mulitas, pequeño caserío que dio origen al pueblo de 25 de Mayo, en la provincia de Buenos Aires, adonde llegó como primer cura vicario de la parroquia de Nuestra Señora del Rosario. (...) escribía versos que se popularizaron por lo pintoresco de su construcción y contenido; utilizaba el seudónimo de El Pampeano, y muchos diarios y revistas le dieron espacio. (...) El 'Cura Pampeano', como se lo llamaba cariñosamente, fue amigo y admirador del General Mitre, a quien acompañó en algunas campañas por el sur colonizando y catequizando aborígenes, y a quien dedicó varias estrofas, que se conservan en el Museo de Luján. (...)”.
María Cristina Maradeo es la autora de Don Francisco Bibolini De la Liguria a la Pampa. En esa obra, ella afirma: “En Francisco Bibolini, amante y defensor de la vida, amigo de los libros y la gente, no podía estar ausente la poesía. Sus versos eran sencillísimos, nunca logró desprenderse del todo del dialecto genovés, pero sintiéndose hombre de la pampa, ya que firmaba sus obras con el seudónimo de ‘El Pampero’. Sus versos eran una especie de sano testimonio, a veces ingenuo, casi infantil, de los sucesos de la vida en Veinticinco de Mayo. (...) Inventor de una métrica especial, a la que denomina ‘pampeana’, plasmando muchos versos en sus famosos bastones cantantes, que no eran otra cosa que gruesos y nudosos garrotes, enormes, toscos, grabados a punta de cuchillo, escritos con una caligrafía y sintaxis particularísimas. En el Museo de Luján se encuentra uno que obsequiara al General Mitre, con motivo de la reconciliación poética entre los crudos (alsinistas) y los cocidos (mitristas)”.

CORONEL JUAN ISIDRO QUESADA: EL FUNDADOR


Juan Isidro Quesada (n. Buenos Aires, junio de 1802 – † íd., junio de 1876), militar argentino, de actuación destacada en la guerra de independencia de su país y en la de Perú, en la Guerra del Brasil y en las guerras civiles argentinas. Era sobrino de Juan José, Dionisio y Sixto Quesada, coroneles de la guerra de la Independencia Argentina.
Infancia en el Ejército
En
1807, con cinco años de edad, era cadete del Regimiento de Patricios de Buenos Aires, y colaboró el la Defensa de Buenos Aires contra las invasiones inglesas.
En
1811 fue tomado preso por los soldados del Motín de las Trenzas, pero éstos lo enviaron fuera del cuartel. Poco más tarde se unió al sitio de Montevideo, y en enero de 1815 fue incorporado al Ejército del Norte. Participó con el grado de teniente en la batalla de Sipe-Sipe, en la que fue herido y capturado.
Tenía 13 años, pero fue tratado como un prisionero adulto por sus carceleros; en cambio, la gente del pueblo que se cruzaba con él se compadecía de su situación y la regalaban comida y ropa. Permaneció prisionero en el
Callao hasta noviembre de 1820, en que fue liberado por José de San Martín en un canje de prisioneros.
Campañas del Perú y del Brasil
Se unió al ejército del
Perú con el grado de capitán y participó en el asalto a las fortalezas del Callao. A órdenes del general Rudecindo Alvarado participó en la campaña de "Puertos Intermedios", luchando en las derrotas de Torata y Moquegua; en la retirada que siguió, el buque que los llevaba naufragó, y estuvo a punto de morir de sed en la costa desértica. Fue ayudante del general Mariano Necochea en la batalla de Junín, y peleó a órdenes de William Miller en las batallas de Matará, Huanta y Ayacucho.
De regreso a Buenos Aires, fue nombrado segundo jefe de un batallón de caballería, con el que hizo la campaña de la
Guerra del Brasil; combatió en las batallas de Ituzaingó, Camacuá y Padre Filiberto; reemplazó en el mando de su regimiento al coronel Juan Esteban Pedernera.
La frontera con los indígenas
Regresó a Buenos Aires junto con el general
José María Paz, pero se mantuvo alejado de la guerra civil. Fue enviado al fuerte de Salto, donde se dedicó a la defensa contra los indígenas ranqueles. Más tarde fue edecán de los gobernadores Juan Manuel de Rosas y Juan Ramón Balcarce.
Cuando estalló la
Revolución de los Restauradores, en 1833, se pronunció a favor de la misma, de modo que fue arrestado en un buque de guerra, aunque logró sublevar a la tripulación del bote en que lo trasladaban y escapar. Se unió en Tigre a las fuerzas del coronel Rolón, y participó en los pequeños combates que anticiparon la renuncia de Balcarce.
Fue puesto al mando de un escuadrón del regimiento de campaña nro 1. Al mando de esa fuerza, en noviembre de
1836 fundó un fortín, y enseguida el fuerte de Cruz de Guerra, base del actual pueblo de Veinticinco de Mayo. Se dedicó a defender esa zona, y sus soldados, asustados por la firmeza de su disciplina, lo acusaron de abuso de autoridad; no fue castigado, y tampoco castigó a sus acusadores. Luchó en varios encuentros con los indígenas, y en mayo de 1838 derrotó por completo al cacique Llanguelén, que se retiraba de un malón con un importante botín.
Las guerras civiles
En
1839 fue ascendido a coronel. Al año siguiente formó en las fuerzas reunidas en Santos Lugares para repeler la invasión de Juan Lavalle, y participó en el inicio de la campaña de persecución a éste, cuando se retiraba hacia el interior del país.
En
1843 fue enviado al frente de mil hombres de caballería al Uruguay, donde participó en la toma de Colonia y casi una decena de batallas, entre ellas Solís Grande, el Cordobés y otras. Se hizo muy amigo del general Urquiza, y el presidente Manuel Oribe le encargó el comando de toda el ala izquierda de las fuerzas del sitio de Montevideo. Comenzó entonces a escribir sus recuerdos de la guerra de Independencia.
Cuando Urquiza invadió el Uruguay para forzar el levantamiento del sitio, se retiró con muchos otros jefes porteños a Buenos Aires. Combatió en la
batalla de Caseros del lado de Rosas, y fue herido de bala.
Fue edecán del gobernador
Vicente López y Planes, y se opuso firmemente a la revolución unitaria de septiembre. Se unió al sitio que el general Hilario Lagos le impuso a la capital desde diciembre de 1852 hasta julio del año siguiente. Le tocó presidir el consejo de guerra que enjuició al coronel Pedro Rosas y Belgrano y lo condenó a muerte, pena que no se cumplió.
Al ser levantado el sitio se retiró a
Entre Ríos, donde fue puesto al mando del regimiento Estrella, asignado a la escolta del presidente, y modelo oficial de disciplina para las demás unidades del Ejército de la Confederación Argentina.
Participó en la
batalla de Cepeda y permaneció en Concepción del Uruguay, como jefe de la escolta del gobernador. Poco antes de la batalla de Pavón pidió el retiro, y emigró al Uruguay a fines de año.
Últimos años
Regresó a Buenos Aires en agosto de
1863, y al año siguiente se le reconoció el retiro que le correspondía. En noviembre de 1868 pasó a vivir en Concepción del Uruguay, donde dedicó todo su tiempo a la escritura de sus Memorias. Escribió más de 1.500 hojas que se mantuvieron sin editar mucho tiempo, pero que aún manuscritas fueron una valiosa fuente de información para los historiadores.
Posiblemente haya regresado a Buenos Aires durante la
rebelión jordanista de 1870.
Falleció en Buenos Aires en junio de
1876.
Fuente: Wikipedia

BREVE RESEÑA DE LA FUNDACIÓN DE 25 DE MAYO

El territorio donde se ubica 25 de Mayo, fue importante aún antes de la fundación de la ciudad, ya que durante la época de la Colonia, era paso obligado para las expediciones que desde Buenos Aires iban hacia Salinas Grandes. De ese entonces data el nombre Cruz de Guerra con el que se denominó la región, incluida la laguna en cuyas cercanías acampaban los expedicionarios.
El resultado de las luchas con los habitantes originales de la zona, llevó a decidir el establecimiento de nuevas líneas de frontera. La Comisión de Estudios Previos que designara el Departamento Topográfico de la Provincia de Buenos Aires, estuvo integrada por Juan Lavalle, Juan Manuel de Rosas y Felipe Senillosa.
Habiendo caído Rivadavia, el gobierno del Coronel Dorrego puso en práctica el plan de la nueva frontera. Por ese motivo, una expedición que partió de Federación, llegó hasta Cruz de Guerra e inició la construcción de un fuerte.
Posteriormente se instaló en un paraje vecino denominado Mulitas, una guarnición. Precisamente alrededor del cantón Mulitas, se formó la ciudad de 25 de Mayo. Corría el año 1836.
La ciudad empezó teniendo una forma peculiar, porque al Este, la laguna le impedía extenderse para ese lado, y en el centro, la manzana que daba al Oeste de la plaza, estaba ocupada por el fuerte cuyo foso tomaba cuatro calles circundantes.
La laguna aún hoy sigue imponiendo su presencia, pero el fuerte y su foso, ya hace mucho tiempo que no están. Son solamente referencias historiográficas.
Entre 1840 y 1850, se crea el Partido de 25 de Mayo. En 1855 tienen lugar las primeras elecciones municipales. En 1860, se le encomienda a Esteban Gonnet, el trazado del plano y calles. En 1874, se aprobó la mensura, división y amojonamiento del ejido. En 1885, llegó el tren de la empresa Ferrocarriles del Sud a una estación que todavía está en pie. Estos son unos de los tantos hitos que fueron haciendo adulta a 25 de Mayo.